Muchos compositores se han inspirado en esa bella y profunda oración. Una de las composiciones más populares, (que se oye con frecuencia en bodas y en Misas marianas) es el llamado “Ave María de Schubert”, aunque el texto en latín que acompaña la melodía no es el original.
Jesucristo nos dice en el Evangelio del V Domingo de Pascua “Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará.” (Jn. 15, 7) Nadie ha permanecido mejor en Cristo que Su Inmaculada Madre, a cuya poderosa intercesión acudimos los católicos en nuestras necesidades, especialmente rezando el “Ave María”.
Por siglos, esta oración (una de las primeras que aprenden los niños católicos), estaba formada sólo por su primera parte de hoy en día: la salutación a la Virgen María del Arcángel Gabriel y Sta. Isabel como aparecen en el evangelio de S. Lucas. En tiempos de Sto. Tomás de Aquino (s. XIII) se añadieron las palabras María y Jesús.
La segunda parte de la oración aparece en el Catecismo del Concilio de Trento de 1566. Ese texto explica que a Dios se la da la mayor alabanza y agradecimiento por haber concedido sus dones celestiales a la Ssma. Virgen María, además de que la Iglesia de Dios añade con sabiduría oraciones y una invocación a la Ssma. Madre de Dios:
“deberíamos implorar con fervor su ayuda y asistencia; pues que ella posee méritos exaltados con Dios, y que ella está muy deseosa de asistirnos por sus oraciones, nadie lo puede dudar sin impiedad y malicia.”
Ave Maria, gratia plena,Dominus tecum.Benedícta tu in mulieribus,et benedíctus fructus ventris tui, Iesus.Sancta Maria, Mater Dei,ora pro nobis peccatoribus,nunc et in hora mortis nostrae. Amen.
Franz Schubert, que murió a los 31 años, no ganó mucho dinero de sus composiciones y sobrevivía gracias a la ayuda de parientes y amigos que le estimaban. Mientras vivía una temporada en Austria, compuso a los 28 años (en 1825) el ahora llamado “Ave María”, una de sus más célebres composiciones.
Fue publicado en 1826 como su Opus 52, No.6: “Ellens dritter Gesang” (“La tercera canción de Ellen”), la protagonista ficticia escocesa de un fragmento del poema “The Lady of the Lake” (1810) que escribió Sir Walter Scott (autor escocés de “Ivanhoe”) a los 39 años. La personaje Ellen canta a la Ssma. Virgen María pidiendo su ayuda para su exiliado padre que huía al comienzo de una guerra contra el rey de Escocia.
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